


No se si en alguna ocasión, en alguno de mis escritos, he
referido algo relacionado con estas fechas que se avecinan. Me refiero a las
Navidades y Reyes, concretamente a Reyes. En mi niñez, en la década de los
cincuenta, el día de Reyes era esperado por todos los niños con impaciencia, pues
lo de Papa Noel no se conocía, recuerdo que los Reyes casi siempre me traían
los mismo, un coche
de madera,-que los
hacia y muy bonitos Demetrio “Paletilla” que tenia la carpintería en la esquina
de la calle Oliva y Calle Manuel Gómez, frente al cine de verano- algunos
caramelos y algo de ropa. Recuerdo que un año me trajeron un autobús de chapa
muy bonito, rojo, se le daba cuerda y se podía girar la dirección para que
diera vueltas, era una pasada. De todas maneras a mi me gustaba ir a casa de
mis amigos, entre los que había algunos que sus padres tenían mas medios que
los míos y con suerte podía montar en alguno de sus regalos, algún coche de
pedales o alguna bicicleta. Como digo anteriormente el día de Reyes era esperado
con muchas ganas, pero el año que con mas impaciencia espere este día, fue un
año que me tenían que traer una pistola, con su cartuchera canana con sus balas
y todo, un Revolver, un Col autentico, como los que se veían en las películas
del oeste. Y si espere con tanta impaciencia este año, es porque la pistola la
compro mi padre en la feria de Septiembre, en un puesto de juguetes,
la compro delante de mi y recuerdo que me
dijo, Antonio la pistola te la compro con la condición de que la guardes sin
sacarla hasta el día de Reyes, pues este será tu regalo. No os podéis imaginar
lo que a mi me costo estar estos tres meses sin salir a la calle con la
pistolita, cada día la sacaba del cajón que la tenían guardada y me pasaba
horas mirándola, un día, otro día, un mes mas. En fin que el día de Reyes llego
y al fin pude sacar la pistola a la calle, para mi era como si la viese ese día
por primera vez. El caso es que con aquel revolver y un sombrero calañés negro,
al que yo le doble las alas para darle forma de sombrero vaquero y que me había
echo tío Manuel el Sombrerero,-vecino nuestro de la calle Oliva-estuve jugando
con los amigos a vaqueros durante algunos años, corriendo por todos los cercaos del pueblo y por
la peña. Que buenos años y que buenos amigos, a muchos no les he vuelto a ver
pero guardo un grato recuerdo de todos ellos.
Aprovecho para
desearos a todos, unas felices fiestas navideñas un prospero año nuevo y que
los reyes sean generosos con todos, pero lo que mas deseo es que gocéis todos
de una buena salud y que no os falte el trabajo.
Antonio Vaello
gracias Antonio por deleitarnos con tu relato, a mi me paso eso con una camisa que me compro mi madre de barranco,le decíamos camisa de presirla,o lo que ahora se llama tergal,yo la tenia que estrenar en la feria de septiembre,la camisa me la compraron por lo menos con tres meses de antelación, aquello se convirtió para mi en un suplicio,el camino era interminable, el consuelo era probármela a escondida de mi madre y que feliz me sentía cuando me veía en el espejo.
ResponderEliminar¡Con que poco es feliz un pobre!
Antonio, no había leído esto porque se me había escapado que tenías un blog; "La esquina de la torre", bonito título. Pues me hacéis mucha gracia los dos, Antonio y Enrique, uno con el relato y otro con el comentario; y digo esto porque considero que vosotros erais capitanes generales con vuestros regalos comparados con el mio. Os cuento: estaba recién llegado al pueblo, apenas tenía ocho años, y eran los primeros Reyes que pasaba allí; pues me echaron un parchís de cartón con un marco de madera muy fino, por un lado el parchís y por el otro la oca, las fichas eran también de madera teñidas en los colores propios de este juego, cuando lo vi me quedé un tanto perplejo, pues era algo que apenas había visto y tampoco sabía jugar. Mi sorpresa fue cuando me di cuenta que el parchís era utilizado por mis padres y un matrimonio vecino algunas noches, aprovechando que los pequeños nos habíamos acostado. Enseguida aprendí a jugar y lo hacía de vez en cuando, pero lo que después más me llamó la atención fue que mi regalo de Reyes tuvo una doble finalidad. Para que veamos, como un simple y humilde objeto pudo entretener algunos ratos a varias personas.
ResponderEliminarCordial saludo