martes, 2 de enero de 2018

El cochino

Desde siempre han existido en mi pueblo las clases sociales en todos los sentidos, diferencias entre ricos/pobres, guap@s/fe@s, los del campo y los que no lo eran, los estudiantes y los que no tenían estudios. En fin que no se juntaban unos con otros y por eso había siempre pandillas, yo nunca supe donde situarme, mi padre no era rico, tampoco era del campo, estudiar lo justito,  para el certificado de estudios primarios y para de contar, no fui nunca guapo, bueno tampoco muy feo, hambre gracias a Dios no pase y ahí andaba yo siempre con los unos y con los otros.     Todo esto lo relato, porque en cierta ocasión, alla por los años sesenta y estando tomando unas copas en un bar del pueblo unos cuantos “ricos” de los de antes, de los de la panza llena, de los que tenían fincas y caballos y cochinos y vacas y cabras y obejas y jamones y morcones colgados en las despensas de sus casas, coincidio que allí estaban tambien dos hermanos, tomandose un pesetero, estos hermanos eran de los del campo, de los que no eran ricos, según me cuentan uno trabajaba con Chinda y el otro con Mateo, “los chivetas”. Pues bien uno de los ricos se jactaba de que en su finca tenia cochinos y que no le preocupaba que le robaran ninguno, pues siempre había gente en la finca y ademas tenia unos perros que eran unas fieras y que allí no entraba nadie que no lo conocieran los canes pues se ponían a ladrar y no había Dios que entrara, los dos hermanos se metieron en la conversación y uno de ellos dijo que el era capaz de coger un guarro.

      El hombre tan seguro estaba de sus perros que le dijo, “si eres capaz de entrar y traerte un guarro te lo regalo”. La cosa se quedo ahí por el momento, pero a los pocos días uno de los hermanos se presento con un cochino al hombro, es de suponer que no seria muy grande pues para poder con el seria regular. No se lo podian creer, el caso es que el Chiveta entro en la finca la noche anterior, estando en ella hasta la pareja de la guardia civil que estaba de servicio, al parecer y según el mismo relato despues, fue por la noche y antes de llegar a la finca se desnudo y sin hacer ruido salto la pared y amparándose en la obscuridad  se fue a donde los cochinos, allí se supone que agarraría con sigilo a uno y que lo axfisiaria tapándole la nariz y se lo echo al hombro para salir “juyendo” el caso es que nadie advirtió su presencia en el cortijo. Parece ser que si te desnudas, los perros no pueden olerte, sea como fuera el resultado es que el “rico” se vio obligado a darle el guarro al hombre, en aquellos tiempos aun había mucha hambre y cuando la gazuza aprieta el ingenio humano es infínito. Esta historia me la ha contado un paisano nuestro mayor que yo, y que tambien supo lo que era el hambre, el la supo capear como podía, entrando y saliendo de Portugal por el 81 y por toda la frontera con la mochila de café a cuesta. Un abrazo para todos mis paisanos y les deseo a todos un feliz año 2018.

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