viernes, 7 de febrero de 2020

Un pequeño homenaje al gran Manolito el Cantaor

Hace unos días el amigo Lorenzo Félix, me pidió cierto dato del entrañable y recordado Marocho, Manolito el «Cantaor» rebuscando en mis archivos encontré este escrito, el cual transcribo integró tal como se reproduce en la hoja parroquial Ecos de Flores de Marzo de 1964.

MANOLITO EL "CANTAOR".       Figura preeminente del cante Jondo


¿Qué hijo de Encinasola, nacido en este pueblo, en el siglo actual,«se refiere al siglo XX», no conoce a Manolito?
   Fue durante muchos años el coco de varias generaciones de niños. Su rostro raro y desfigurado,macuca a impresión en los niños, que luego con el tiempo se trocaba en amistad y simpatía. He visto muchos niños,llenos de miedo y pavor, refugiarse en los brazos de sus padres y llevándose sus frágiles manitas a los ojos, para no ver el rostro de Manolito y a los padres, diciéndoles: Es Manolito el Cantaor..., no hace nada. Y también he visto que, pasados unos años -pocos- esos mismos niños decirle: ¿Dónde vas, Manolito? Ya familiarizados y hechos amigos.
   Su afición al cante se inició siendo un niño. La proximidad de su domicilio al viejo cementerio, le hacía acompañar hasta la Ermita de San Juan todo cuanto entierro se llevaba a efecto, donde era despedido el cadaver, mediante un responso del clero. De tanto ir a la Ermita, se aprendió de memoria lo que él llamaba «la tremenda» y estaba dispuesto a cantar por una moneda de dos o cinco céntimos, que al tomarla en sus manos, se la acercaba a sus ojos diminutos, de gato enamorado y zalamero, como muy acertadamente dijo en una ocasión el «Seño» Emilio Cortegano, haciendo descripción de su rostro; y tras examinarlas detenidamente y entonces la aceptaba o rechazaba en cuanto notaba la más mínima bolladura, diciendo: Esto es falso.
   Más tarde, cuando fue adulto, aprendió con buen oído, estilos de los cantaores de aquella época: El Niño Pena, El Cabra y D. Antonio Chacon, etc. etc. Del año 20 al 30 tuvo una personalidad envidiable, pues además de la facultad que le daba el cante para alternar en reuniones y farsas, le brindaban su amistad las personas de más alto relieve social, que a la sazón desfilaban por nuestra Villa. Fue amigo de un notario que se llamó D. Joaquín Delgado Ruiz, del Visita Aduanas D. Joaquín Glaria Meiro, del Teniente de Carabineros  D. Eugenio Carrete Hernández, a quien salude no hace mucho en la Dirección General de la Guardia Civil, como jefe de negociado y todavía lo recordaba.
   Por estos años era bastante presumido; tenía el pelo negro, sedoso y ondulado, que el cuidaba constantemente, humedeciéndose los dedos y pasándoselos después por el pelo, para estar siempre recién peinado.
   Durante la estancia de los funcionarios, anteriormente citados, alterno en no pocas juergas o farras, donde se escanciaba sin tasa «La Carta Blanca» «Manzanilla» o el «González Byass», a más de buenas tapas de jamón, lomo o salchichón, según la época.
   Hoy, ya vencido por los años, todavía conserva las facultades del cante, de las que en muchas ocasiones hace alarde.
   Al traerlo hoy a esta modesta crónica solo me induce el intento de poner en conocimiento de los muchos Marochos dispersos por el mundo, a quienes llega Ecos de Flores, que vive y que sea por muchos años.

                                                                                                                     
                                                                                                                                                    C. LOPEZ 

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