viernes, 3 de abril de 2020

Ecos de Flores 1 de enero de 1965

Encinasola en la historia.
            La epidemia gripal.

Por similitud climatológica de este otoño que finaliza, con aquel otro del año 1918, a venido a mi mente en más de una ocasión el recuerdo de aquella guerra sorda-ya que sin tiros-que arrebató a muchos seres queridos de sus hogares.
    Fue el otoño del citado año, seco y caluroso, com el que hemos padecido. En los primeros días del mes de noviembre se había firmado el armisticio que puso termino a la guerra europea, que empezó en los primeros días de agosto del 14.
     Cundió el rumor de que la causa de aquella enfermedad fue la cantidad de seres humanos que quedaron insepultos en los campos de batalla, como también las bestias que prestaban su servicio a la causa bélica. Se afirmó por aquel entonces que la gripe había penetrado en España por la frontera francesa. Fue una enfermedad democrática, puesto que afectaba a todas las clases del pueblo. Las familias no podían favorecerse las uñas a las otras por estar afectados unos y otros, pero las víctimas las producía en las personas jóvenes y robustas y de contextura física fornidas. Sembró el pánico durante los cincuenta días aproximadamente que duró en Encinasola, ya que las primeras víctima las ocasionó el diez de octubre y la última, de esta enfermedad, de enterró el 29 de noviembre, víspera de S. Andrés.
    Se popularizó en España la gripe con el nombre de «Soldado de Nápoles». Y tal vez lo motivará el estreno de una zarzuela del maestro Serranó titulada «La canción del olvido» y cuya letra se cantaba con la letra de «Soldado de Nápoles...» Así como el que ahora está afectado de gripe le decimos: Te ha caído «La Pachanga», entonces era el « Soldado de Nápoles».
     No se tocaban agónias, dado el estado de ánimo de los vecinos de la villa y los cadáveres se enterraban sin campana y sin respetar el itinerario que fue siempre tradicional; se llevaban, por el trayecto más corto, al cementerio. Los acompañamientos, siempre nutridos en nuestro pueblo, eran escasísimos. Unos cuantos familiares y algunos amigos de las víctimas acompañaban y daban el pésame con gran rapidez, por tener que ir de nuevo a otro entierro, puesto que hubo días que en nuestro pueblo se celebraron nueve entierros, exactamente el 19 de noviembre.
      El autor de esta modesta crónica en su desordenada y turbulenta juventud, llevó al cementerio al noventa por ciento de los fallecidos por tan tremenda epidemia. La fuerte contextura física y mi afición desmedida a la única medicina que ponía remedio a la enfermedad, él coñac, consiguieron no ser baja y estar hasta el final como un soldado de sanidad.
    Por aquella fecha era costumbre en el pueblo ir cantando por
La calle los mozos, sobre todo los que estaban en la quinta y los de la venidera y más de una vez se dio el caso de que en calles tan pequeñas como la callé Flores, al ir cantando, saliera una mujer y nos dijera:  «No cantéis, queridos, que hay dos
muertos en la calle».
     Había a la sazón en ésta villa tres médicos: D. Juan Velasco, D. Manuel Gómez y D. Luis Vilche. De este último ya he hablado en alguna ocasión de la amistad que me unía a él, a pesar de la diferencia dé edad entré nosotros. La ciencia médica se consideraba incapaz para atajar y extinguir la gripe. Las recetas que se conocían en España eran todas iguales: leche y coñac. Entonces no había vacas como hoy y las cabras eran insuficientes para abastecer a la décima parte de los enfermos. Él coñac se terminó, apenas iniciada la peste, ya que los pocos establecimientos que había entonces de este ramo no disponían de existencias. Se sustituyó él coñac por el ron, que se agotó inmediatamente. El que conseguía llevar la mitad de un cuarto de litro a su casa había conseguido un triunfo.
    Las víctimas ocasionadas en nuestro pueblo por la terrible enfermedad fueron aproximadamente un centenar y Encinasola, en esa fecha, contaría con unos 4.500 ó 5.000 habitantes. Lo que contribuyó a que quedaran muy pocas familias en el pueblo que no tuvieran que guardar luto.
                      Candelario López.

    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para hacer un comentario,es necesario estar registrado.