lunes, 8 de marzo de 2021

D.Ruperto

ECOS DE FLORES Marzo de 1961 Añoranza, a la memoria del inolvidable Maestro Don Ruperto Martín Gutiérrez. La labor pedagógica de este Maestro Nacional comprendida entre los años 1905 a 1921, o sea 17 años, dejó una huella o estela en la cultura Marocha, que el tiempo se ha encargado de hacer patente. No pretendo analizar los métodos pedagógicos que el empleará para hacer más eficaz su obra. Porque ni lo sé, ni hace al caso. Solo pretendo al escribir estos modestos renglones, realzar su profesión de Maestro, su vida ejemplar consagrada y cronometrizada al servicio de la enseñanza. Indefectiblemente llegaba a las 8 de la mañana y a las 2 de la tarde. Aún no existían cambios de hora, como en la actualidad. Podría asegurar que en los años que asistí a clase que fueron siete u ocho, no vi que se retrasará cinco minutos. Cuando en las mañanas de invierno, nos preservábamos del frío, buscando la ráfaga del tibio sol en la esquina de D. Froilan y sentíamos las campanas del reloj de la torre, nos íbamos seguros hacia la escuela, pues sabido era, que ya estaba en la puerta -llave en mano-la figura erguida del Maestro. Así un día y otro, un mes y otro mes, y un año y otro año. Nunca le conocí aficiones cinegeticas, ni vicios, cosa que era muy difícil sustraerse en aquellos tiempos, toda vez que eres un recurso para librarse del tedio y monotonía del pueblo. Su mayor recreo consistía -en las tardes de sol en invierno, y cuando declinaba el sol, a occidente en verano- dar un paseo con Don Joaquín Moreno - Médico a la sazón, cuya invalidez, le hacía ir en una barrica- hasta el Valle de la Coquera, por la recién terminada carretera de Fregenal de la Sierra. Hombre serio y sobrio, jamás le vi bromear con sus discípulos. Sin esfuerzo mental reconstruyó la clase. Un salón amplio, con dos arcos, en el de la derecha y junto a la pared un sillón ancho y un cojín de plumas, delante una mesa, unos libros y una carpeta. Incansable fumador, tenía los dedos, pulgar e índice, tostados por el cigarrillo, siempre en la boca. Su bigote canoso, en el centro era marron a causa del humo nicotinesco. Su tabaco predilecto era el granulado que liaba con esmero y parsimonia. De los más desaplicados díscolos de la clase, lo componíamos un trio, dos fallecidos y el que esto escribe. Los fallecidos Horacio Torvisco y Andrés Acosta. Con harta frecuencia éramos arrestados y conducidos al domicilio particular del Maestro sito en la calle San Andrés, exactamente dónde vive el Sr. Terrón Armario, para ser reintegrados nuevamente por la tarde a la clase, por su sobrino el difunto Don Carlos Bás. Como éramos asiduos clientes, Doña Andrea - su señora - se compadecía de nosotros y algunos días nos proporcionaba un trozo de pan y os mandaba sentar. Porque el castigo impuesto era aprender la lección que no sabíamos por la mañana, pero en pie. El pan, con el tufillo del cocido o el potaje de habichuelas que se desprendía de la cocina nos sabía a gloria. Del recuerdo que guardamos de él sus alumnos, dice bien claro la anécdota siguiente. Volví licenciado de mis deberes para con la Patria, el 22 de diciembre de 1922, D. Ruperto se había marchado. Transcurrieron unos años y en el verano de 1925, una tarde de domingo, tocaba la Banda Municipal de esta villa en la Plaza unas partituras de zarzuela bajo la dirección del maestro José. Oíamos con deleite las composiciones líricas, un corro formado por los hermanos Velasco, los difuntos D. Joaquín Glaria y D. Antonio Luna, este modesto cronista y alguno más que no recuerdo. Por la esquina de la torre irrumpía en la plaza D. Ruperto. Uno d l corro que lo vio, dijo ¡ D. Ruperto!. Oír la voz y como obedeciendo a una consigna, voló nuestra siniestra mano hacia el frágil sombrero de paja, mientras que la diestra estrechaba la suya con emoción y cariño. Esta fue la última vez que le vi. Con motivo de una corrida de toros que se celebró en Badajoz el 29 de Mayo de 1933, fuimos a visitarlo y nos recibió Doña Andrea, cariñosamente, porque él no estaba en casa. Su obra queda fehacientemente demostrada en que el 80% de los hombres de carrera del pueblo, pertenecieron a su escuela, los cuales citó por orden cronológico. Demetrio Moreno (Practicante). Florencio Velasco López (Médico). Carlos Bás (Magisterio). Gerardo López (Medico). Francisco Torvisco (Prisiones). Eladio Carbajo (Magisterio). Florencio Velasco (Abogado). Alfonso Moreno (Ingeniero Agrónomo). Miguel Delgado (Médico). Antonio Luna (Abogado). Jesus Velasco (Farmacia). Mames Delgado (Sacerdote). Alberto Cortegano (Magisterio). Lorenzo Gomez (Magisterio). Laureando Velasco (Notario). Joaquín Olivares (Aduanas). Virgilio García (Policía). Y otros que no disponiendo de medios económicos en sus casas, se refugiaron en el Ejército y llegaron a la graduación de Jefes como Pepe Velasco y Francisco Márquez Luna; Bernardo Ayuso y Domingo Gil, difuntos, que hubiera llegado igualmente. El mayor tributo que podemos rendir a su memoria es recordarlo con cariño. Candelario López.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para hacer un comentario,es necesario estar registrado.